
Los días malos existen
Todos conocemos lo que es un ‘mal día’. A veces lo fabricamos nosotros mismos con pensamientos negativos, y otras simplemente llega sin avisar.
¿A qué me refiero con un mal día?
Si bien, como he escrito alguna vez: si nos levantamos y nos pegamos en el pie, y eso nos empieza a amargar, tal vez todo lo demás lo tomamos con mala energía y sentimos que hemos tenido un mal día. Sin embargo, hay días en los que no tienes la misma energía, fuerza o te sientes más cansado de lo habitual. Creo que eso es normal: no podemos estar al mismo ritmo todo el tiempo.
Ha habido días en los que las cosas parecen más difíciles y, al día siguiente, no son tan duras como aparentaban. Es muy beneficioso tener una mentalidad positiva y tratar de verle “el lado bueno a las cosas”, pero también debemos permitirnos tener “un mal día” y no castigarnos por ello.
A veces, por razones visibles o no, nuestra energía baja. Y está bien. En esos días, lo mejor es ser compasivos y no presionarnos de más.
Creo que hay momentos en los que debemos desconectar por nuestro propio bien, dejar de atosigarnos en ese “mal día” y aligerar la carga mental haciendo algo más relajante.
Muchas veces, con la mente más fresca y la energía recargada, resolvemos ese problema de manera más eficiente y sencilla. El tósigo de una menta atrapada y frustrada en un día “turbio” puede generar un grado de desmotivación tal que incluso nos provoque el abandono de la actividad.
Por tanto, creo que a veces debemos de ser más suaves con nosotros mismos, no juzgarnos duramente por no estar siempre en las mejores condiciones ni en el máximo porcentaje de productividad.
Somos humanos y tenemos altibajos, por lo que debemos de gestionar bien nuestra energía, nuestro estado de ánimo y nuestro cansancio, para no permitir que se acumule demasiado algo o que, en un día de “mala gestión” de la energía, tiremos todo por la borda.
Un mal día no define tu vida. Aprende a soltar, a cuidarte, y recuerda: mañana siempre puede ser mejor.
Sé practico y busca hacer cosas que no requieran mucha habilidad o creatividad; Esas cosas que incluso en un mal día puedes hacer bien. Deja todo aquello que requiera tu máximo rendimiento para más adelante.
¡Gracias por leer¡ Espero que tengas un buen día y, si no es así, que mañana sea mejor.
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