La enfermiza carrera
hacia la perfección
Hay mucha gente que llega a vivir en una burbuja asfixiante, con el propósito y la idea de ser perfectos. ¿Por qué digo la idea? Puesto que al final, cuando empiezas a comprender las cosas de una manera más sana, te das cuenta que sólo puede alcanzarse esa perfección en una idea, pero no en la realidad. Es así, porque esa idea cambia según los ojos que la perciben.
Yo estuve atrapado en la prisión de la exagerada búsqueda de esa perfección. Pasaba los días enteros puliendo detalles y recriminándome fuertemente los errores. Debo aclarar que no veo para nada negativo ser exigente y buscar la superación cada día, pero cuando careces de compasión contigo mismo y te castigas constantemente por la idealización de la perfección, el camino puede terminar por estrellarte en la pared de la frustración.
Cuándo tienes pasión por algo, puede llegar a pensarse que esta va de la mano de una dura autoexigencia, de manera que puede ser muy confuso verlo como algo separado. Incluso tu propio EGO y tu necesidad de ser “superior a todos”, te justifica diciéndote que “es el único camino para ser el mejor”.
Es verdad que se necesita un alto grado de entrega y sacrificio para alcanzar un gran sueño. Ser compasivo contigo mismo no recae en dejar de esforzarte por un gran ideal. El gran cambio se encuentra en hacerlo sin juzgarte constantemente y sin sufrir por los fracasos.
Como he dicho alguna vez en artículos como: “miedo excesivo a equivocarte”. El error es parte del aprendizaje y si aprendes a intentar y fallar sin sentirte un fracasado, no sufrirás por el camino de adquirir ese conocimiento.
¿Cómo alejarse de ese autocrítico tan duro y exigente?
El primer paso es recordar por qué haces las cosas o si nunca lo has tenido claro, buscar la razón.
– ¿Por qué quieres ser un gran cheff, músico o ingeniero?
– ¿Los motivos que te mueven te producen satisfacción y alegría?
– ¿Lo haces por ti o por complacer a otros?
Es de suma importancia encontrar la verdadera razón de tu meta. Si es legítima y pura pasión por algo, entonces vas por buen camino. Si tus motivos son tales como “para vivir mejor” o “para ser alguien en la vida” Puede que tengas esas ideas programadas en tu ser y que realmente no te lleven a la felicidad. Cuestiónate y pregúntate, ¿por qué lo haces? En este caso por ejemplo, ¿Qué es vivir mejor?,¿Por qué necesito ese coche, casa o lujos para sentirme bien? Nada de esto está bien ni mal, simplemente debes de tener claro por qué lo haces y si es para ti mismo. De esta manera, el camino no será tan duro, puesto que cada esfuerzo te está llevando a una meta que te representa y en la que te sientes identificado.
A veces buscamos cosas para compensar nuestra infelicidad. Hablo un poco de ello en el artículo: «seguir tus sueños es más barato que una vida de amargura.»
El segundo paso sería la aceptación. ¿Por qué consideras que no eres “perfecto”? la búsqueda eterna de “ser perfecto”, puede venir del simple hecho de que no aceptas que ya lo eres. Eres único e irrepetible. Muchas veces, esa perfección tiene la foto de alguien. Ya sea un famoso, un artista o alguien de gran éxito. Es un buen paso tener algún ejemplo y tomar como referencia a gente que ha logrado grandes éxitos, pero debes de asumir que tú no eres igual y jamás serás como esa persona. Puedes acumular grandes logros y éxitos, pero no siendo una copia de alguien más, sino siendo tú mismo. Nadie hará la misma canción, la misma casa, el mismo cuadro. Todo lo magnífico es irrepetible. Eso no quiere decir que no puedas alcanzar un nivel de talento y conocimientos que toda esa gente tiene. Simplemente se trata de hacerlo por ti y para ser tú mismo, y así hollar en éste mundo con tu esencia y respetando tu estilo propio.
Por último estaría el agradecimiento. Debes de saber valorar todo lo que estás haciendo. Analiza todo lo que has aprendido y todo lo que has mejorado. Piensa en cómo hacías las cosas hace 1 mes, hace 1 año, hace varios años… El autocrítico interior siempre te dice “vas muy lento, no mejoras, tienes que hacer más…” Detente un poco y valora tu propio esfuerzo.
Abraza todo lo que has logrado y siéntete orgulloso de todos los errores y obstáculos que has sobrepasado. Esa es la parte importante de un aprendizaje, sobrepasar obstáculos y aprender de tus errores. Levántate de cualquier fallo que has tenido y agradece lo que has aprendido de ello, que eso te hará no cometer los mismos errores. Si te dices que “vas muy lento”, la pregunta es: ¿lento en comparación de qué? Lo ideal sería saber si estás haciendo tu máximo esfuerzo, y siendo objetivo preguntarte qué podrías hacer mejor para seguir avanzando.
Puedes hacer listas de las cosas que haces bien y premiarte con ello y las cosas que podrías mejorar, con el propósito de organizarte y superar obstáculos.
Nunca caigas en la mentalidad de “no tengo talento, esto lo hago mal”, este tipo de frases no te aportan conocimiento. Sé objetivo y productivo y conviértete en un motivador para así decirte cosas como: “buen trabajo, has mejorado este punto, ahora te falta trabajar en este otro en concreto”. Esto sí te proporciona soluciones y motivación. Clarifica tus puntos a mejorar en lugar de juzgarte por fallar.
No tienes que ser perfecto, solo debes de pulir detalles para que tu personalidad salga a la luz en lo que haces y conviertas tu trabajo en algo único y valioso. Nadie es perfecto y en ello recae el punto de qué en la imperfección esta la perfección.
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[…] a las “malas ideas”, al final no hacía absolutamente nada. (lee sobre esto en mi artículo «La enfermiza carrera hacia la perfección») No quiero decir que apuestes por cosas que no te convencen y que no encuentras de buena calidad. […]